14 DE JUNIO: DÍA DE LA MEMORIA HISTÓRICA Y DEMOCRÁTICA DE ANDALUCÍA Y DE RECONOCIMIENTO DE LAS VÍCTIMAS DEL FRANQUISMO.
El artículo 17 de la Ley 2/2017 de 28 de marzo de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía declara el 14 de junio de cada año el Día de recuerdo y homenaje a las víctimas del golpe de Estado militar de julio de 1936 y de la Dictadura. Por otro lado, el Decreto 9/ 2015 dispone que las instituciones públicas andaluzas impulsarán en ese día actos de reconocimiento de las mismas. La organización de esas actividades de reconocimiento ha venido dependiendo, algo nada extraño por otro lado, del signo político de esas instancias públicas.
No emplearemos, a estas alturas, tiempo alguno en intentar justificar la necesidad de defender ese reconocimiento a las víctimas de aquella violencia política. No obstante, sí lo haremos, brevemente, para afirmar que, al menos, lo que esas víctimas y familiares no se merecen es la falta de respeto gratuita y estúpida y menos aún cuando esta procede, paradójicamente, de aquellos que están llamados a contribuir al fomento del ese respeto y reconocimiento. Nos explicamos: hace unos días, el 4 de junio, se reunió en Jerez la llamada Comisión Municipal de Memoria Histórica. Entre otros asuntos se propuso o acordó que la calle actualmente dedicada al militar fascista Comandante Arturo Paz Varela, jefe de bandera de milicias falangistas, cambiaría de nombre en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica. Asómbrense del cambio: la calle quedaría con igual nombre, pero suprimiendo la palabra «Comandante». Como si suprimir “führer”, “Duce”, “camarada”, “escritor” o cualquier otra palabra indicativa del cargo o empleo antepuesto al nombre y apellidos no recordara quién fue esa persona y cuál fue su participación en el sufrimiento y la violencia ejercida sobre sus víctimas. Si no fuera por lo serio del asunto, desde luego, la cosa sería para reír ante tanta estulticia, digámoslo educadamente. Y luego, desde luego, para llorar....
En el magnífico libro del profesor e investigador J. A. Carratalá Ríos, Nos vemos en Chicote. Imágenes del cinismo y el silencio en la cultura franquista, se recoge una esclarecedora cita del filósofo Tzvetan Todorov acerca de las víctimas de violencia y genocidios (“La mecánica del genocidio”, El País 25-3-2012). De ella queremos traer aquí hoy esta justificada constatación: “...oír hablar de las víctimas es desgarrador, provoca emoción y compasión, pero no nos enseña nada. Las víctimas no son responsables de esos hechos [la violencia] sino quienes han sufrido impotentes la voluntad de otros”. De ello se desprende la importancia y la necesidad, si queremos comprender de verdad, de conocer el contexto histórico y a aquellos que desde una situación de poder, de prepotencia e impunidad decidieron convertir en víctimas a esas personas. Porque allá donde identificamos a una víctima de cualquier clase de violencia, política o de la clase que sea, hay siempre también un ejecutor, un represor o un colaborador en la misma. En ese mismo trabajo del aludido filósofo e historiador de origen búlgaro se advierte que para avanzar en el conocimiento de esa violencia se hace necesario acudir a quienes cometieron esos actos, para intentar explicar, por ejemplo, en casos extremos de violencia como la del genocidio nazi, o franquista, cómo puede un hombre corriente convertirse en un verdugo de masas.
Sabido es ya que la violencia franquista iniciada con la Guerra Civil alcanzó una verdadera dimensión de eliminación en masa del adversario político o, simplemente, del
disidente, del tibio o no afecto. Conocido es también que esta extrema violencia causó miles de víctimas y que la misma no se limitó al fusilamiento indiscriminado. Indiscriminado solo en cuanto al número se refiere, pues siempre se tuvo claro por sus ejecutores qué perfil debían tener sus víctimas. Es necesario insistir en que junto a los fusilamientos masivos el nuevo Estado creó una tupida e insalvable tela de araña de instancias represivas con tribunales especiales para perseguir a sus vencidas víctimas, para juzgarlas y condenarlas.
En Jerez, también, esa represión fue amplia y variada, y no se limitó, como decimos, a las casi 400 víctimas documentadas que fueron eliminadas físicamente. De la mayoría de ellas aún no sabemos dónde sus verdugos decidieron que sus restos tuvieran su última morada, y más de la mitad aún no figuran ni siquiera inscritas en los registros civiles como fallecidas, También en nuestra ciudad hubo otras formas de represión: económica, laboral, cultural... Y también en ella esa represión necesitó de generosos y entusiastas colaboradores cuya identidad aún resulta desconocida en la mayoría de los casos. Unos colaboracionistas que una vez que pasó aquella etapa supieron convivir en adelante con ese pasado oculto, con esa faceta de su identidad en la oscuridad, sin que nadie les molestara, ni durante el tiempo que quedó de Dictadura, obviamente, ni durante la transición o en la “postransición”. Entre ellos hubo de todo, funcionarios, trabajadores, jueces, bibliotecarios, militares, gente corriente y anónima, etc. El historiador alemán Jonah Goldhagen ya nos advirtió hace años en su conocida obra Los verdugos voluntarios de Hitler. Los alemanes corrientes y el holocausto sobre el papel desempeñado por miles de ciudadanos alemanes corrientes y anónimos en el entramado nazi de las matanzas de judíos.
En Jerez más de 100 trabajadores del Ayuntamiento fueron destituidos y expulsados de
sus puestos de trabajo entre 1936 y 1942 siendo privados ellos y sus familias de su único medio de subsistencia. Esta forma de represión, como todas, necesitó de unos colaboradores especiales, unos jueces instructores, aunque no siempre hubo un procedimiento administrativo que “regulara” esa represión laboral. Estos jueces se encargaban de instruir los expedientes de depuración a esos trabajadores municipales y de presentar las propuestas de sanción que posteriormente, en la mayoría de los casos, eran aceptadas y confirmadas por el pleno del Ayuntamiento y que terminaban en muchos de ellos con la máxima sanción contemplada.
En la línea anteriormente expuesta acerca de la necesidad de conocer no solo la identidad de las víctimas sino de sus dañadores y de esos colaboradores en la represión, hoy queremos acercarnos a un mínimo perfil de uno de esos jueces instructores que intervino y actuó en la depuración y represión laboral de esos trabajadores del Ayuntamiento de Jerez entre 1941.
José Ángel Sánchez Esteve, según lo describía Antonio Salas Vega, Jefe Local de Información e Investigación de Falange en 1941, era un falangista de excelente espíritu
nacional sindicalista, dinámico en su proceder, recto y justiciero. Este abogado y periodista formó parte de esa maquinaria represiva puesta en marcha en la ciudad desde ese puesto de Juez Instructor de los expedientes de depuración. Fue, por tanto, el responsable último de que algunos de estos empleados municipales terminaran privados su único modo de subsistencia al ser expulsados. En julio de 1941 es propuesto por el nuevo alcalde López Carrizosa para desempeñar esa labor de juez instructor encargado de continuar con la instrucción de los expedientes de depuración laboral aún pendientes de resolución. La intervención de Sánchez Esteve como juez depurador tuvo como consecuencia la destitución con pérdida de todos los derechos, excepto los de carácter pasivo, de los funcionarios Luis Felipe Ciuró García, Jefe de Negociado de 3ª y del cabo de la guardia municipal Juan Manuel Mellado Ríos, acusado de anarquista, más la separación absoluta del también funcionario Antonio Iglesias Alegre. Las propuestas de sanción de este juez instructor para estas tres víctimas y sus familias resultaron fatales.
Las circunstancias políticas de la Guerra le permitieron ir perfilando y engrosando un currículum con el que ubicarse conveniente y ventajosamente en la Nueva España que nacía, hasta llegar a ser nombrado en propiedad Director Gerente de la Sociedad Anónima de Abastecimiento de Aguas de Jerez, municipalizada desde hacía tiempo. Este abogado que en 1936 contaba tan solo con 29 años perteneció a la plantilla de redactores del periódico derechista Ayer desde 1937, además de ser administrador del mismo diario dirigido por Enrique Bitaubé Núñez. Desde esta misma fecha desempeñó un puesto dentro del Servicio Nacional de Prensa en la ciudad.
Definido como hombre “apolítico”, aunque de marcada significación derechista antes de la Guerra, (llegó a ser interventor en las elecciones del 36 a favor de partidos de derechas), cuando se produjo el golpe militar en julio del 36 fue uno de los muchos jerezanos que hasta ese momento habían aguardado embozados esperando una situación propicia, como la que ahora se les presentaba, para presentarse públicamente tal como eran y pensaban realmente. Por eso, nuestro joven abogado y periodista acudió a presentarse inmediatamente en el cuartel Fernando Primo de Rivera ante el golpista comandante militar de la ciudad Salvador Arizón Mejías poniéndose a sus órdenes para lo que este dispusiera. En estos primeros días prestó diversos servicios de armas desde el 22 de julio del 36. En septiembre de ese año se afilió a la Falange, donde figuró con el número 1064. Al poco tiempo fue ascendido en ella a jefe de centuria, llegando posteriormente a ocupar en la organización el cargo de asesor jurídico. Como militante de primera línea prestó servicios de armas en el 5º Batallón-Bandera de Falange de Cádiz desde 2-9-1938 hasta 2-1-1939, “servicios” todos por los que le fue concedida la Medalla de Campaña.
Poco antes de la ocupación de Madrid marchó allí formando parte del equipo de Auxilio
Social de la provincia de Cádiz donde llevó a cabo actividades relacionadas con el abastecimiento en la zona de Vicálvaro. Allí se ocupó de organizar reparto de alimentos a una famélica población sometida desde hacía casi tres años a un duro asedio alimenticio. A esta equivocada y descarriada población que durante todo este tiempo había dado su apoyo al gobierno de la República se la podía empezar a conquistar a través del estómago. A esta patriótica faena también coadyuvó nuestro personaje.
Sánchez Esteve desempeñó además el cargo de Fiscal Municipal Suplente en Jerez. En el año 1940 era teniente de alcalde por nombramiento gubernativo en la corporación municipal presidida por el entonces alcalde y también falangista José de Mora Figueroa
Gómez Imaz. Todos estos servicios prestados a favor del Glorioso Movimiento Nacional tuvieron su recompensa y en 1941 fue designado mediante “concurso de méritos” para ocupar en propiedad la plaza de Director Gerente de la Sociedad Anónima de Abastecimiento de Aguas Potables de Jerez, un servicio que estaba municipalizado y que ya venía desempeñando con carácter interino.
Esta designación sin embargo no estuvo exenta de incidencias y controversias y denuncias por parte de uno de los otros dos aspirantes que también optaba a esa plaza. El también concursante y abogado, oficial 1º de Complemento, asesor por el Cuerpo Jurídico Militar en la Auditoría de Guerra del Ejército de Marruecos, José Bedoya y Amusategui, natural de Cádiz pero vecino de Jerez protestaba en su solicitud por entender que las bases del concurso presentadas por parte del Consejo de Administración de la Sociedad de Aguas parecía que habían sido redactadas exprofeso para que esa plaza objeto del concurso de méritos fuese a parar a manos de José Sánchez Esteve. Denunciaba igualmente que en ellas no se cumplía lo mandado en la orden de 25-8-1939 que establecía en su artículo primero que ese tipo de plazas únicas debían ser adjudicadas en primer lugar a los llamados Caballeros Mutilados, si había alguno entre los aspirantes, y en caso de que no, a los Oficiales Provisionales o de Complemento como era su caso, siempre que reunieran los requisitos necesarios de capacitación. Denunciaba también que en esas bases del concurso se exigían unos requisitos no exigidos en la anterior ley, dando a entender que estaban redactadas para que Esteve se hiciera con la plaza, como ya se indicó. De nada sirvieron estas advertencias de este concursante. La plaza fue finalmente adjudicada en propiedad a este meritísimo falangista José A. Sánchez Esteve. Asistimos a algo que fue habitual en la posguerra entre los afectos al Movimiento Nacional, a una lucha y competencia, a veces despiadadas, por acceder a las recompensas y prebendas que el franquismo instituyó para premiar a sus fieles seguidores con el reparto de plazas en las distintas administraciones públicas.
Por todo lo dicho este Este Grupo de Memorialistas, una vez más, debe pedir: 1º) el abandono de actitudes frívolas en el tratamiento de todo aquello que tiene que ver con la Memoria Histórica y las víctimas, 2º) el cumplimiento serio y sincero de las muchas tareas aún pendientes en esta materia en aquello que atañe a la responsabilidad del Ayuntamiento de Jerez , 3º) que el Ayuntamiento recuerde que ello es imperativo de ley y 4º) que los responsables de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Jerez abandonen de una vez esa actitud que les hace moverse solo o a golpe de oportunismo o de reconvenciones de última hora del Defensor del Pueblo de Andalucía.
Jerez, a 14 de junio de 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario