viernes, 22 de noviembre de 2019

Memoria de la familia jerezana Cobo, represaliada por el franquismo.

por Francisco Reinoso Cobo (nov. 2019)


Hay varias historias entrelazadas: La 2ª República, el golpe militar, la democracia. En todas se narran, se investigan, los grandes acontecimientos y los grandes personajes. Echo en falta la vida cotidiana, la intrahistoria. Hay un libro releído innumerables veces de Díaz del Moral: “Historia de las agitaciones campesinas andaluzas” y otro de Tuñón de Lara sobre la historia del movimiento obrero. Todos aportan precio de los diversos artículos alimenticios, salarios, población, registros de la propiedad... ” El profesor Chamorro, de Trebujena, fallecido, también investigaba en esa línea.  Bertolt Brecht escribió un poema titulado: “Preguntas de un obrero que lee”:”… Federico II venció en la Guerra de los Siete Años ¿Quién venció además de él? Cada página una victoria. ¿Quién cocinó el banquete de la victoria? Cada diez años un gran hombre. ¿Quién pagó los gastos? Tantas historias. Tantas preguntas.”

Mi familia es una de tantas que sufrió persecución, cárcel y muerte. ¿Cuántas mujeres obreras de Jerez estaban afiliadas al Sindicato de Emancipación Femenina de la CNT? Cada una de ellas con una historia, un padecimiento, una ilusión. Entre ellas mi tía Ignacia Cobo Peña, junto a otras mujeres jerezanas fundadoras del sindicato. Aclarar que María Luisa se lo puso ella, porque no le gustaba Ignacia. Una anécdota es que: en un cine de verano pusieron un aviso en pantalla, para que se entregara. La pararon a la salida y sacó su cédula que ponía “Ignacia” y que María Luisa era su hermana. Se salvó. Pues así estaba la cosa en los últimos meses de la República. Me contaron mujeres de entonces que cuando había un desahucio llamaban a María Luisa y algún prestigio tendría cuando los impedía. María Luisa Cobo la “comunista”, pero ella en un juicio por sus actividades decía que era “comunista libertaria, anarquista, no del PC”. Varias veces lo afirmaban  y lo desmentía cada vez. Repartía la revista “Mujeres Libres” como medio de información e invitación a la militancia. En algunos escritos y artículos tomaba una posición firme contra el patriarcado. El cura D. Anselmo, en “La gota de leche”, cerca de la Colegial, fue el primero que me contó que mi tía Luisa era la que llevaba la bandera de la revolución. El compañero de mí tía, Juan Pedro González, afiliado al sindicato de ¿oficios varios?  de la CNT, que tenía el local en la calle Justicia. Me contaron que un día se presentaron miembros de la Falange con pistolas y terminaron a tiros. Juan Pedro persona admirable. Era leído, irónico, gracioso, me inició, en mis estancias veraniegas en Madrid, en la lectura de El Quijote, como libro cumbre de la sabiduría.

María Luisa se sentía perseguida en Jerez, acosada, y temía por su vida, pidió a la responsable de “Mujeres Libres” traslado a Madrid. Como era responsable de la difusión de la revista “Mujeres Libres” aseguró que su hermana “Anita”, una joven que ayudaba al reparto de la revista y que se encargaría de ello. “Anita” era mi madre. Luchadora, emprendedora, para sacar a sus hijos,  mi hermana y yo adelante. Fue al Banco Central en la calle Larga a pedir un préstamo para optar a un puesto en “La Plaza”. El jefe le dijo que necesitaba la firma del marido. Mi madre estaba separada. El jefe le dijo que lo podía arreglar si se acostaba con él. Mi madre era muy guapa. En el Gallo Azul se sentaban unos prestamistas a intereses del 30% y allí consiguió  el préstamo. Otras amigas de mi madre, emprendedoras, fueron Luisa Serna, Lola Armario.

Mi tía Luisa, durante la guerra pasó andando a cada pueblo y parándose para organizar el sindicato en los pueblos republicanos. Llegó a Barcelona, junto a Juan Pedro. Cada uno por un lado pasaron a Francia donde fueron cogidos por el Gobierno de Vichí de forma infrahumana, y los enviaron a un campo de refugiados, como ahora se hace  a los refugiados en EE.UU., Italia, Turquía…Luisa fue conducida a un campo de refugiados y Juan Pedro a otro diferente. Se pusieron en contacto y pasaron a España cuando la dictadura volvió a la ONU en 1955 o 1956. Los obligaron a casarse por la iglesia para legalizar su matrimonio en la República.

En Jerez no hubo guerra, pero sí asesinatos arbitrarios. El hermano de Maria Luisa, Antonio Cobo, joven anarquista, proyectista de cine, fue sacado de su casa por la noche, “detenido”. Durante varios días mi abuela le llevó comida, ropa de abrigo. Un día hizo lo mismo y le dijeron que ya no estaba allí y le entregaron diversa ropa. Le dijeron que esa noche fue fusilado en “La Trocha”. El marido de mi tía Filomena Cobo, Antonio Chacón, anarquista, me contó el fusilamiento y me dijo que los mataban en la Trocha y en camioneta los llevaban al cementerio. Chacón tuvo muchas dificultades para encontrar trabajo. En la bodega Agustín Blázquez los formaban en el patio y los elegían. Entró en la bodega Bertola. Cuando Manuel Fraga vino a Jerez, en las primeras elecciones, saludó a los que quiso en el mercado y al llegar a mi tío, éste le dijo. “Yo no doy la mano a los asesinos”.

Mi abuela, Ana Peña, mujer religiosa, llevaba el asesinato de su hijo, Antonio Cobo, con dolor y siempre vestida de negro, con delantal a cuadritos. La recuerdo con una foto gritando frente al bloque de viviendas de los militares de aviación, plazoleta del Loreto, en la bda. La Plata: “Ustedes mataron a mi hijo”. Lo tengo grabado en mi corazón. 

Mi tío Manolo Cobo, fue encarcelado en el cortijo De Vicos, como afiliado a la CNT. Trabajaba en los trenes. Su padre, mi abuelo, era mecánico en la RENFE. El documento de entrada  nº 1040 de 24.7.41  decía que fue confinado en agosto de 1936. Vocal del Sindicato Nacional de Industrias Ferroviarias. “…de ideas izquierdistas como todos sus hermanos, en particular su hermana María Luisa eran propagandista del anarquismo…”. Manolo estuvo dos años, o más, en Vico. Creo que como rehén para que se entregara mi tía Maria Luisa, la que estaría en Barcelona o no sabían dónde. Manolo me contaron que ya tenía varios hijos y sin sustento. Mi abuela le pidió a mi madre que se cambiara por su hermano Manolo, y así hizo. Mi madre estuvo más de un año retenida, con 16 o 17 años de edad. Presa rehén.

Mi tía Carmen Cobo, la pequeña, “La Chica”, también colaboraba acompañando en el reparto de propaganda. Mi tía Luisa y Juan Pedro pusieron un puesto, una tabla con trípode, de prensa en la Calle Embajadores, 5 en la unión con Pl. de Cascorro. Muchos veranos me enviaba mi madre a Madrid y allí me desenvolví vendiendo periódicos, llevando a mi tío Juan Pedro la comida a un taller de carpintería de presos políticos en  Avda. delas Acacias, en donde a la hora de comer se reunían en grupo y hablaban. Yo escuchaba. También lo visité en la cárcel en Alcalá de Henares. Me enviaban al Jardín Botánico, con un libro,  al museo del Prado, y al cine en las matinales de Lavapiés. Esos eran sus referencias para mi educación. En la Calle Amparo, 90 vivía un maestro mutilado en la guerra, que tenía una academia para los chicos y chicas del barrio, y donde vivía con su hermana y sobrinas.  D. Francisco, magnífica persona, que me regaló un libro de la historia del Vasco Núñez de Balboa. Fue purgado a raíz de las leyes de Pemán.


Luisa Cobo, Juan Pedro González, Ana Peña Ruiz, Ana Cobo, Manolo Cobo, Carmen Cobo, D. Francisco… Personas que componen el poema “Preguntas de un obrero que lee” de Bertolt Brecht.

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(Texto leído por el autor en el acto de presentación pública del Grupo de Memorialistas de Jerez, en 22-11-2019, en la Sala Tragaluz, c/ Juan Sánchez, 12, Jerez)

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